El consenso de los arqueólogos dicta, siempre que se pueda, dejar donde están los valiosos hallazgos de una excavación. Su desplazamiento podría dañarlos. Egipto se ha tomado la consigna al pie de la letra. El Gobierno de este país se ha propuesto la construcción de un museo que mantenga in situ los vestigios de una civilización que lidera sin competidores las cazas al tesoro. Ese lugar son las profundidades marinas de la bahía de Alejandría, a unos 200 kilómetros de la capital, donde yace, entre otras maravillas, el palacio de la reina Cleopatra, el mayor instrumento de poder de hace 4.000 años. Aquí El Cairo quiere sumergir el que sería el primer museo subacuático del mundo.
El Ejecutivo se ha asociado con un comité de expertos, entre los que figurará personal de la Unesco, para llevar a cabo un estudio técnico que avale el proyecto. Los trabajos comenzarán este otoño, y se prevé que hayan finalizado a finales de 2009. A partir de esa fecha, comenzaría la construcción del nuevo espacio, cuyo diseño irá de la mano del arquitecto francés Jacques Rougerie. Fácilmente accesible desde la costa, el centro se compondrá de una red de túneles de cristal capaces de soportar la presión del agua y las corrientes del mar. Los arqueólogos descartaron sacar del agua los preciados hallazgos por su enorme tamaño.
El Gobierno egipcio ha puesto grandes expectativas en este proyecto de aires y dimensiones superlativos, que contará con inversión privada, para devolver a la ciudad de Alejandría parte del brillo de antaño y convertir la riqueza de sus profundidades en un nuevo reclamo turístico.
Precisamente, el futuro museo quiere formar un tándem con la biblioteca alejandrina, una versión moderna de la original, y atraer así a parte de los millones de turistas que cada año prefieren admirar la ciudad de Luxor, donde aún se levantan algunas de las maravillas de la antigua civilización. En este sentido, 'también se están llevando a cabo estudios para renovar Alejandría y captar parte de los visitantes que viajan hacia el mar Rojo', explican desde la Unesco, con sede en París.
Este organismo empezó a interesarse por los vestigios sumergidos en la bahía de Alejandría en los años noventa, a raíz de un hallazgo. Expertos en conservación decidieron lanzar enormes bloques de cemento al mar para proteger el fuerte de Quaid Bai, hasta que descubrieron bajo el agua restos del antiguo faro de Alejandría, del siglo XIV, que poco tiene que ver con el mítico faro que iluminó el mundo hace 4.000 años y que la reina Cleopatra admiraba desde su palacio. El original 'hemos dejado de buscarlo', según ha explicado el célebre arqueólogo francés Franck Goddio, descubridor de las ciudades sumergidas en esta bahía.
Goddio y su equipo, dedicados desde 1992 por encargo del Ejecutivo egipcio a rescatar los restos de la antigua ciudad de Alejandría, creen que el faro original simplemente ya no existe, tras haber sido engullido, junto con el resto de palacios y templos, por los lodos del Nilo debido al enorme peso de los edificios.
El nuevo museo, que tendrá un espacio de exposición fuera del agua, permitirá admirar estos tesoros sumergidos por la ambición de una ciudad que quiso ser grandiosa pese a la fragilidad de sus cimientos.
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